Entramos a Colombia por Ipiales. En la frontera lo primero que nos dijeron es que tengamos cuidado porque corremos el riesgo de enamorarnos del país y querer quedarnos. La verdad no han estado tan errados, es un país increíble, que tiene de todo, unos paisajes alucinantes, gente cordial, amable y alegre, super Chevere!
Pasamos los primeros días en Ipiales. En la frontera, por primera vez, revisaron el auto, se fijaron que los datos de la tarjeta de propiedad coincidían con los que están grabados en el motor y la carrocería. Fueron muy serios y muy amables. Nos dijeron que teníamos que sacar el SOAT, el seguro obligatorio para el auto que lo vende por 3 meses y hay que conseguirlo en la ciudad. Después de averiguar en varias aseguradoras encontramos un supermercado que esta enfrente de la plaza principal que dentro tiene un stand de el SOAT donde encontramos el precio mas económico.
Seguimos viajando y nos fuimos rumbo a Pasto. Algo que nos llamo la atención apenas entramos a Colombia fue la cantidad de renoletas, renault 12, R 9 que se ven y en muy buen estado
Esto no era una exposición era un día normal en la ciudad...
Nuestro amigo Salomón nos brindo casa junto a su hermosa familia.
Una noche estuvimos con el en la calle, protegiéndonos de la lluvia bajo un alero. Con amigos músicos que tocaron y cantaron música colombiana y ecuatoriana, mientras alrededor la gente vendía perros calientes, arepas, cuidaban carros, mucho movimiento en la noche de Pasto. Donde además de conocer historias sobre Colombia, aparecieron las canciones de Aterciopelados y muchos nuevos términos que se usan en lo cotidiano: marica, nena, chevere, camellar, cualquiera le da razón...
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