Los 90 días de visa en Colombia se estaban por vencer así que decidimos seguir viaje y salir del país hacia Venezuela por la frontera de Cúcuta.
El invierno, como le llaman aquí a la estación de lluvia, estaba afectando mucho las carreteras. Debido a las excesivas lluvias había muchos derrumbes, carreteras cortadas, puentes caídos, árboles cortando el paso, ríos desbordados.
Por lo tanto la salida no iba a ser tan fácil. Por suerte la pagina Web del servicio de transito de Colombia, funciona actualizando el estado de las carreteras e informando sobre los cortes. También tienen un numero gratuito para llamar y obtener información al instante sobre que carretera seguir.
Desde Bogota hasta Tunja, donde hicimos la primera parada, no tuvimos inconvenientes en el camino, pero si podíamos ver a los costados de la ruta grandes lagunas que se habían formado recientemente.
El invierno, como le llaman aquí a la estación de lluvia, estaba afectando mucho las carreteras. Debido a las excesivas lluvias había muchos derrumbes, carreteras cortadas, puentes caídos, árboles cortando el paso, ríos desbordados.
Por lo tanto la salida no iba a ser tan fácil. Por suerte la pagina Web del servicio de transito de Colombia, funciona actualizando el estado de las carreteras e informando sobre los cortes. También tienen un numero gratuito para llamar y obtener información al instante sobre que carretera seguir.
Desde Bogota hasta Tunja, donde hicimos la primera parada, no tuvimos inconvenientes en el camino, pero si podíamos ver a los costados de la ruta grandes lagunas que se habían formado recientemente.
Desde que entramos a Colombia cada vez que hablamos con alguien y le contábamos de donde veníamos nos contaban la misma anécdota, que aquí en Colombia cuando quieres mandar a alguien muy lejos le dices: Ándate a la Patagonia… o cuando hablas de algún lugar que queda muy lejos se usa la expresión: Eso queda como en la Patagonia…así fuimos pasando por diferentes lugares y muchas personas nos repetían esta historia. En la noche en Tunja mientras buscábamos en la ciudad algo para comer y encontramos un puesto de pizza por porción en la calle. Donde una persona en la vereda, en un carro de lata tiene un horno y prepara pizzas de diferentes sabores que vende por porciones.
Mientras esperábamos que nos prepare una pizza de Bocadillo y Piña (dulce de Guayaba y ananás) nos pusimos hablar con la chica que amasaba las pizzas. Nos pregunto de donde éramos y le dijimos, de Argentina, de la Patagonia, nos miro un poco raro, después le seguimos contando donde quedaba y como era, entonces largo una carcajada, seguimos hablando y mas se reía, hasta que nos dijo que ella pensaba que la Patagonia era un lugar a donde uno mandaba a la gente cuando la quería mandar bien lejos pero no creía que el lugar existiera de verdad, entonces se pensó que le estábamos haciendo una broma, y no paraba de reírse a carcajadas, repitiendo: “de la Patagonia”. Le parecía muy gracioso e increíble.
Mientras esperábamos que nos prepare una pizza de Bocadillo y Piña (dulce de Guayaba y ananás) nos pusimos hablar con la chica que amasaba las pizzas. Nos pregunto de donde éramos y le dijimos, de Argentina, de la Patagonia, nos miro un poco raro, después le seguimos contando donde quedaba y como era, entonces largo una carcajada, seguimos hablando y mas se reía, hasta que nos dijo que ella pensaba que la Patagonia era un lugar a donde uno mandaba a la gente cuando la quería mandar bien lejos pero no creía que el lugar existiera de verdad, entonces se pensó que le estábamos haciendo una broma, y no paraba de reírse a carcajadas, repitiendo: “de la Patagonia”. Le parecía muy gracioso e increíble.
Luego visitamos Sogamoso, descansamos en la casa de Myriam que en la mañana nos preparo un delicioso desayuno. A partir de aquí venia la parte mas complicada a causa de los derrumbes. Habíamos decidido ir por una ruta, cuando frenamos para preguntarle a un chofer donde teníamos que doblar para agarrar esa carretera, nos dice que por ahí era imposible ir porque estaba cortado. Decidimos llamar al servicio de transito que nos dijeron que si estaba cortado y que si o si tendríamos que ir por otra carretera donde tal vez encontraríamos algunas demoras.
En el camino pasamos por el Cañón del Chicamocha, un paisaje increíble de montañas donde la carretera sube mucho y se puede observar el río que bordea la base de las montañas.
En el camino pasamos por el Cañón del Chicamocha, un paisaje increíble de montañas donde la carretera sube mucho y se puede observar el río que bordea la base de las montañas.
Luego de estar tan alto comenzó el descenso que termino con el cruce de un puente sobre el río Chicamocha, apenas terminamos de cruzar nos encontramos con una hilera de autos y el transito detenido. Paramos y vimos que delante había unos gendarmes así que fuimos a preguntar que pasaba: “están reemplazando un puente que se cayo hace unos días” preguntamos cuanto tiempo va a estar cortado, “hasta mañana” nos dijeron. Era sábado 21 de mayo, el 22 se vencía el tiempo de nuestra estadía y la del auto, en Colombia y todavía faltaban unos 400 kilómetros para la frontera, que en camino de montaña y temporada de lluvias requieren mas de un día para llegar.
Estábamos en Pescadero, un pequeño paraje donde no hay Internet, ni señal de teléfono. “Acá no hay nada, pueden ir al río si quieren” nos dijo el gendarme.
Pasamos el tiempo, hablando con los demás conductores, y después de tres horas abrieron el paso. Todo el mundo a encender los autos, se había armado una cola bastante larga. Avanzamos no mas de 5 Km. y otra vez se detuvo el transito al llegar al lugar preciso donde estaba el puente. Comenzó a llover. Entre el barro, en una curva, estaban los gendarmes trabajando en el nuevo puente. Esperamos cerca de media hora y dieron paso a los autos que venían en sentido contrario. Después de ver pasar una gran cantidad de autos y camiones nos toco avanzar.
Estábamos en Pescadero, un pequeño paraje donde no hay Internet, ni señal de teléfono. “Acá no hay nada, pueden ir al río si quieren” nos dijo el gendarme.
Pasamos el tiempo, hablando con los demás conductores, y después de tres horas abrieron el paso. Todo el mundo a encender los autos, se había armado una cola bastante larga. Avanzamos no mas de 5 Km. y otra vez se detuvo el transito al llegar al lugar preciso donde estaba el puente. Comenzó a llover. Entre el barro, en una curva, estaban los gendarmes trabajando en el nuevo puente. Esperamos cerca de media hora y dieron paso a los autos que venían en sentido contrario. Después de ver pasar una gran cantidad de autos y camiones nos toco avanzar.
Eran mas o menos las 5pm cuando llegamos a la ciudad de Bucaramanga, llevábamos viajando 9 horas y habíamos recorrido un poco menos de 300 Km. en todo el día. Preferimos no entrar al centro de la ciudad y buscar en la salida una estación de servicio para descansar y al otro día seguir viaje temprano. Pero el camino de salida nos sorprendió, era subiendo una montaña con muchas curvas, y no había ninguna estación de servicio o lugar donde frenar, así que tuvimos que seguir. Después de una hora encontramos otro corte en la ruta. Aquí se empezó a hacer de noche. Había muchos autos en la fila esperando para avanzar. Empezamos a sentir el cansancio y ya queríamos frenar a descansar. Cuando dieron paso el camino era totalmente oscuro, entre montañas con mucha vegetación y curvas. Los autos iban y venían a gran velocidad. Tratábamos de seguir a un auto, de referencia adelante, que nos anticipaba cuando venían las curvas ya que prácticamente no se veía nada.
Cuando el camino se puso recto vino una parte de tierra o mejor dicho de barro, donde hubo otro corte, pero solo de unos 20 minutos, donde en el medio de la nada y en total oscuridad seguían trabajando para componer el camino. Hacia los costados de la ruta no había nada, ni un pueblo, ni casas. El primer sitio habitado que encontramos eran unas pocas casitas y algo que parecía ser una estación de servicio. Pedimos permiso y nos dejaron estacionar para pasar la noche, pusimos el auto debajo de un techo donde dormía una oveja y nos fuimos a dormir.
Cuando el camino se puso recto vino una parte de tierra o mejor dicho de barro, donde hubo otro corte, pero solo de unos 20 minutos, donde en el medio de la nada y en total oscuridad seguían trabajando para componer el camino. Hacia los costados de la ruta no había nada, ni un pueblo, ni casas. El primer sitio habitado que encontramos eran unas pocas casitas y algo que parecía ser una estación de servicio. Pedimos permiso y nos dejaron estacionar para pasar la noche, pusimos el auto debajo de un techo donde dormía una oveja y nos fuimos a dormir.
Apenas amaneció nos preparamos para seguir el viaje que si o si nos tenia que llevar a cruzar la frontera. El clima era muy frío y estaba nublado. Los habitantes del lugar, vestían ropas tradicionales y ponchos. En el camino escuchábamos una radio en la que hablaban en alguna lengua indígena y pasaban muy buena música.
Llegamos a Pamplona a media mañana, aquí empezamos a ver afuera de las casas y en los costados de la ruta bidones y carteles que anuncian Gasolina. Intentamos cargar combustible en dos estaciones de servicio pero no había, a la tercera que fuimos le preguntamos si había Diesel, primero nos pregunto cuanto queríamos, le dijimos un poco, para ver si teníamos suerte y nos contesto: “si me regalan un camiseta del Boca les cargo..” mientras ponía el combustible nos pusimos a charlar, nos contaba que suelen pasar muchos turistas pero nunca había visto argentinos. Le dejamos de recuerdo una calcomanía que dice el nombre del país. Mientras no íbamos escuchamos como le decía a otra persona: “Che boludo esos eran argentinos” imitando una tonada porteña.
Al mediodía ya estábamos en Cúcuta, la ultima ciudad de Colombia. Una ciudad grande, con mucho movimiento, y muchísimo calor. En las veredas de las avenidas venden, en bidones, gasolina que traen “ilegalmente” desde Venezuela.
Siguiendo los carteles empezamos a buscar la salida a la frontera, pero en una rotonda o bajando un puente doblamos para el lado que no era. Sospechamos que íbamos mal, mientras avanzábamos en una avenida de 6 carriles, nos pusimos al lado de un auto le preguntamos por la frontera y nos hizo seña de que no, al rato el mismo auto nos paso y las personas que iban adentro nos hacían señas de que demos la vuelta. Apenas encontramos un retorno regresamos, cuando pudimos frenar preguntamos como seguir y seguimos las indicaciones hasta que llegamos a una gran avenida donde había muchos bidones de gasolina y gente ofreciendo cambio, uno al lado del otro, agitando los billetes al costado del camino.
Leímos el cartel que dice: “Puente Internacional Ruminichaca”, nos dimos cuenta que estábamos cruzando el puente y al llegar del otro lado ya estábamos en Venezuela, pero todavía no habíamos sellado la salida de Colombia. Así que teníamos que volver pero no había como. Llegamos a Venezuela y apenas termina el puente ya esta la oficina de migración. Le explicamos a los gendarmes que nos habíamos pasado de largo la oficina de migraciones de Colombia, así que nos dejaron pasar para que demos la vuelta en una rotonda en la ciudad. Cuando estábamos volviendo los gendarmes que controlan la salida del país también nos pararon, les explicamos lo mismo y nos dejaron seguir. Cuando íbamos entrando a Colombia si nos pararon ya que el puesto de control esta del lado de los vehículos que entran. Le explicamos que en realidad íbamos saliendo y no entrando, así que estacionamos y sellamos las salidas, nuestras y del auto.
Avanzamos un poco mas en Colombia hasta una rotonda y nos regresamos para ahora si entrar a Venezuela.
Como entre las dos ciudades fronterizas de Colombia y Venezuela hay libre transito de personas y de autos, la mayoría de los vehículos pasan y no sellan pasaporte ni nada, solo hay gendarmes que al azar revisan los baúles. En la parte donde esta migraciones no hay espacio para estacionar y es muchísimo el transito de autos que están entrando y saliendo. Pusimos el auto en doble fila en un lugar donde no se podía, pero que fue lo único que encontramos y nos bajamos a hacer los trámites. Después de sellar los pasaportes preguntamos donde hacer los papeles del auto y nos dicen que en las oficinas de Aduana, pero que los domingos no trabajan que teníamos que esperar hasta el otro día.
La idea nuestra era continuar viaje hasta San Cristóbal, pero tuvimos que cambiar de planes y quedarnos en San Antonio.
Empezamos a dar vueltas en la ciudad y ver donde podríamos dormir. Las estaciones de servicio estaban todas cerradas con cadenas y un guardia, y en todas no dijeron que no se puede pasar la noche.
Nos fuimos a la plaza, casi no había movimiento en la ciudad, domingo a la tarde, estaba todo cerrado, había algunas pocas personas en la plaza, casi no pasaban autos, parecía como si todos se hubieran ido a Colombia.
Empezamos a mirar algunos hoteles, cuando sonó el teléfono que teníamos con número de Colombia, era un amigo que no habíamos podido contactar en Cúcuta y nos llamaba porque recién había visto nuestro mensaje. Le contamos que ya estábamos en Venezuela pero cuando le dijimos que teníamos que esperar hasta mañana para los trámites del auto nos dijo que fuéramos a Cúcuta y durmiéramos allá.
Otra vez nos subimos al auto. Al pasar por la frontera los gendarmes de Venezuela, que ya nos re conocían, al vernos salir nos preguntaron que paso, le explicamos lo de la aduana y nos dejaron seguir sin ningún problema. Al llegar a Colombia, que también nos conocían ya, se extrañaron de vernos de vuelta, pensaron que habíamos tenido algún problema, les explicamos lo que paso y que preferíamos pasar la noche en lo de un amigo en Cúcuta y nos dijeron que sigamos sin problema, pero que tratemos de no andar mucho con el auto ya que estaba sin permiso.
Otra vez en Cúcuta pasamos una noche ilegales en Colombia y al día siguiente bien temprano nos fuimos para esta vez si seguir viaje en Venezuela.
Llegamos a Pamplona a media mañana, aquí empezamos a ver afuera de las casas y en los costados de la ruta bidones y carteles que anuncian Gasolina. Intentamos cargar combustible en dos estaciones de servicio pero no había, a la tercera que fuimos le preguntamos si había Diesel, primero nos pregunto cuanto queríamos, le dijimos un poco, para ver si teníamos suerte y nos contesto: “si me regalan un camiseta del Boca les cargo..” mientras ponía el combustible nos pusimos a charlar, nos contaba que suelen pasar muchos turistas pero nunca había visto argentinos. Le dejamos de recuerdo una calcomanía que dice el nombre del país. Mientras no íbamos escuchamos como le decía a otra persona: “Che boludo esos eran argentinos” imitando una tonada porteña.
Al mediodía ya estábamos en Cúcuta, la ultima ciudad de Colombia. Una ciudad grande, con mucho movimiento, y muchísimo calor. En las veredas de las avenidas venden, en bidones, gasolina que traen “ilegalmente” desde Venezuela.
Siguiendo los carteles empezamos a buscar la salida a la frontera, pero en una rotonda o bajando un puente doblamos para el lado que no era. Sospechamos que íbamos mal, mientras avanzábamos en una avenida de 6 carriles, nos pusimos al lado de un auto le preguntamos por la frontera y nos hizo seña de que no, al rato el mismo auto nos paso y las personas que iban adentro nos hacían señas de que demos la vuelta. Apenas encontramos un retorno regresamos, cuando pudimos frenar preguntamos como seguir y seguimos las indicaciones hasta que llegamos a una gran avenida donde había muchos bidones de gasolina y gente ofreciendo cambio, uno al lado del otro, agitando los billetes al costado del camino.
Leímos el cartel que dice: “Puente Internacional Ruminichaca”, nos dimos cuenta que estábamos cruzando el puente y al llegar del otro lado ya estábamos en Venezuela, pero todavía no habíamos sellado la salida de Colombia. Así que teníamos que volver pero no había como. Llegamos a Venezuela y apenas termina el puente ya esta la oficina de migración. Le explicamos a los gendarmes que nos habíamos pasado de largo la oficina de migraciones de Colombia, así que nos dejaron pasar para que demos la vuelta en una rotonda en la ciudad. Cuando estábamos volviendo los gendarmes que controlan la salida del país también nos pararon, les explicamos lo mismo y nos dejaron seguir. Cuando íbamos entrando a Colombia si nos pararon ya que el puesto de control esta del lado de los vehículos que entran. Le explicamos que en realidad íbamos saliendo y no entrando, así que estacionamos y sellamos las salidas, nuestras y del auto.
Avanzamos un poco mas en Colombia hasta una rotonda y nos regresamos para ahora si entrar a Venezuela.
Como entre las dos ciudades fronterizas de Colombia y Venezuela hay libre transito de personas y de autos, la mayoría de los vehículos pasan y no sellan pasaporte ni nada, solo hay gendarmes que al azar revisan los baúles. En la parte donde esta migraciones no hay espacio para estacionar y es muchísimo el transito de autos que están entrando y saliendo. Pusimos el auto en doble fila en un lugar donde no se podía, pero que fue lo único que encontramos y nos bajamos a hacer los trámites. Después de sellar los pasaportes preguntamos donde hacer los papeles del auto y nos dicen que en las oficinas de Aduana, pero que los domingos no trabajan que teníamos que esperar hasta el otro día.
La idea nuestra era continuar viaje hasta San Cristóbal, pero tuvimos que cambiar de planes y quedarnos en San Antonio.
Empezamos a dar vueltas en la ciudad y ver donde podríamos dormir. Las estaciones de servicio estaban todas cerradas con cadenas y un guardia, y en todas no dijeron que no se puede pasar la noche.
Nos fuimos a la plaza, casi no había movimiento en la ciudad, domingo a la tarde, estaba todo cerrado, había algunas pocas personas en la plaza, casi no pasaban autos, parecía como si todos se hubieran ido a Colombia.
Empezamos a mirar algunos hoteles, cuando sonó el teléfono que teníamos con número de Colombia, era un amigo que no habíamos podido contactar en Cúcuta y nos llamaba porque recién había visto nuestro mensaje. Le contamos que ya estábamos en Venezuela pero cuando le dijimos que teníamos que esperar hasta mañana para los trámites del auto nos dijo que fuéramos a Cúcuta y durmiéramos allá.
Otra vez nos subimos al auto. Al pasar por la frontera los gendarmes de Venezuela, que ya nos re conocían, al vernos salir nos preguntaron que paso, le explicamos lo de la aduana y nos dejaron seguir sin ningún problema. Al llegar a Colombia, que también nos conocían ya, se extrañaron de vernos de vuelta, pensaron que habíamos tenido algún problema, les explicamos lo que paso y que preferíamos pasar la noche en lo de un amigo en Cúcuta y nos dijeron que sigamos sin problema, pero que tratemos de no andar mucho con el auto ya que estaba sin permiso.
Otra vez en Cúcuta pasamos una noche ilegales en Colombia y al día siguiente bien temprano nos fuimos para esta vez si seguir viaje en Venezuela.
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