Cuando entramos a Honduras en la frontera encontramos un montón de gente que nos hacia señas de hacia donde ir y nos ofrecía ayudarnos para hacer los tramites de inmigración y aduana, pero les dijimos que no. Estacionamos el auto y empezamos a preguntar buscando hacia donde dirigirnos, ya que no esta claro donde es cada oficina, son muchas casitas y puertas y nada esta señalizado. Entramos a una oficina que nos dijeron para sellar los pasaporte y había un señor en un escritorio, con la camisa desprendida que dejaba ver la musculosa de abajo y un ventilador, cuando entramos nisiquiera levanto la cabeza y seguía sellando papeles; nos pregunto si teníamos la vacuna para la fiebre amarilla y cuando le dijimos que no sin mirarnos nos dijo que nos regresemos a Nicaragua. Estuvimos un rato explicándole que no la habíamos conseguido y pidiendo que nos deje continuar hasta que sin decirnos nada nos sello los pasaportes.
Pasamos a otra habitación con muchas cajas como si fuera una mudanza donde teníamos que hacer la entrada del auto pero la persona que hace el tramite no estaba, después de esperar mas de una hora apareció y rápidamente nos hizo el tramite.
En el camino hacia Tegucigalpa nos encontramos con que la ruta estaba en muy mal estado era muy complicado manejar y esquivar tantos pozos, un tramo estaba cortado y tuvimos que agarrar un desvió pero después de atravesar varios pequeños pueblos empezamos a ver desde lejos la ciudad.
Tegucigalpa no es una ciudad muy segura para caminar, sin embargo con nuestra amiga Andrea pudimos conocer varios lugares incluido el gran mercado en donde se puede comprar ropa, comida, juguetes, electrodomésticos. El parque central con la catedral y la peatonal en donde hay muchos vendedores, gente y artistas en las calles.
Después del Huracán Mitch que en el año 1998 afecto a la ciudad mucha gente que vivía en los cerros tuvo que trasladarse a vivir en asentamientos durante varios años, hasta que fueron reubicadas en nuevas colonias en los alrededores de la ciudad.
Una comida tipica de honduras son las baleadas, tortillas de harina que se compran o las hace uno es su casa y se acompañan con frijoles, arroz, aguacate, huevos revueltos o queso.
Continuando el viaje pasamos unos días en Santa Rosa de Copán, un poco mas al oeste, también una pequeña ciudad con calles de adoquines y edificaciones antiguas.
